Mi experiencia en el GIB fue completamente distinta a lo que yo pensaba en un principio. El comienzo de la pandemia imponía un nuevo modo de aprendizaje que estuvo presente durante los 2 años del programa de diploma. Ahora que veo esto en retrospectiva, resumiría esos años como exigentes, pero necesarios para llegar a desarrollar tanto las habilidades como el conocimiento que me servirán para mi vida universitaria e incluso laboral.
El primer año no fue muy distinto a lo hecho en la secundaria. La entrega de trabajos internos y de exámenes tanto formativos como sumativos en los distintos cursos eran prácticas comunes de 4° y hasta 3° de secundaria, por lo que la transición fue sencilla. Lo que sí requirió más esfuerzo fue la comprensión de los temas que se enseñaban: empezamos a aprender muchos más conceptos en menos tiempo, y en cursos como Biologie o Geschichte fue donde realmente se sintió este cambio.
Si hay algo que puedo recomendar para este primer año sería aprender a manejar el tiempo. Uno de los mayores problemas que teníamos era el entregar trabajos o estudiar para exámenes a último momento. Mi recomendación es aprovechar el tiempo, y si se puede avanzar o terminar un ensayo o trabajo de investigación con unas semanas de anticipación, pues mucho mejor. De la misma forma recomiendo no quedarte con lo que aprendes en clases, sino a reforzar practicando por tu propia cuenta ya sean ejercicios de matemática, leyendo noticias en los idiomas aprendidos o repasando los nuevos conceptos de Biologie.
El segundo año en el GIB fue muy parecido al primero en cuestión del método de trabajo. Los distintos proyectos que hicimos en el primer año los perfeccionamos en el segundo, así como también avanzábamos con los temas de los diferentes cursos. Algo que me llamó bastante la atención en esta segunda etapa fue la autogestión que se nos pedía: empezábamos a coordinar reuniones fuera de clases con los profesores para pedir retroalimentación de nuestros trabajos o para reforzar temas que no habían quedado claro en clase. Esta práctica era tan común que hasta formábamos grupos de estudios entre los alumnos para repasar en equipo.
Cuando los exámenes externos se acercaban, empezamos a tener simulacros en todos los cursos, incluso llegamos a tener un simulacro presencial tal y como sería en los exámenes oficiales, el cual considero fue muy importante para saber qué necesitábamos repasar y cómo gestionar el tiempo durante los exámenes.
Finalmente agradezco al colegio, profesores, compañeros y mi familia por haberme acompañado en esta etapa tan difícil pero productiva que fue el GIB, y que recomiendo a todos los que deseen no solo aprender más en cuestión de temas, sino a desarrollar habilidades y competencias necesarias para desenvolverse en un entorno universitario y laboral.